Friedrich katz
4 tipos de peones:
1- Acasillados: Se dividen en endeudados y no endeudados
2.-Eventuales: Trabajaban por temporadas
3.-Arrendatarios: Por el pago de una renta
4.-Aparceros o medieros: El mediero por raja –se quedaba con 50% del $- y el mediero por quinto –se quedaba con el 40% del $-
Había varios tipos de hacienda según la región ubicada:
-Sur: Servidumbre agraria de tipo esclavista
-Centro: La mano de obra es abundante
-Norte: Las haciendas producían más que en el centro y el sur.
Habían más incentivos porque había mano de obra escasa
La comunicación era: Hacendero <--- Intermediario ---> Peón
Se han puesto de relieve dos de las muchas y profundas transformaciones que tuvieron lugar en el campo de México entre 1876 y 1910: la expropiación de las tierras comunales de las aldeas y la disminución del salario real de los trabajadores en las haciendas. Al finalizar el Porfiriato más del 95% de las aldeas comunales habían perdido sus tierras. El valor adquisitivo del jornal que recibían los trabajadores agrícolas en las haciendas disminuyó enormemente entre 1876 y 1910.
En este ensayo se discuten las variaciones regionales en estos aspectos de las condiciones de trabajo. Se pretende determinar cuán difundido e importante era el peonaje por endeudamiento en el México porfiriano, analizar las circunstancias en que se empleaba este peonaje e indagar qué otra alternativa de trabajo podía emplearse.
La expropiación en gran escala de tierras indígenas creó una nueva reserva de mano de obra. Las nuevas plantaciones, las minas, y en menor grado las industrias, tenían necesidad de trabajadores. Pero la oferta y la demanda no se concentraban en las mismas áreas. Las expropiaciones más grandes tuvieron lugar en la región más densamente poblada del centro de México; las plantaciones se desarrollaron principalmente en las tierras tropicales del sur, poco pobladas, mientras que la minería se concentró en los igualmente pocos poblados estados norteños.
En términos generales había cuatro clases de trabajadores en las haciendas mexicanas: 1) peones de residencia permanente conocidos por diversos nombres: peones acasillados, gañanes; la mayoría eran trabajadores agrícolas, pero había también vaqueros, pastores o artesanos; 2) trabajadores eventuales que labraban las tierras de la hacienda por tiempo limitado durante el año; 3) arrendatarios, y 4) medieros o aparceros.
Los peones acasillados o gañanes vivían permanentemente en la hacienda. Su ingreso provenía de manera principal de cuatro fuentes distintas. Había la pequeña parcela (pejugal) que les cedía el hacendado; una ración de maíz y a veces otros bienes que les daban anualmente de las haciendas; el derecho de apacentar animales en tierras de la hacienda, y el salario que se les pagaba por cada día de trabajo en los campos del hacendado. La importancia relativa de cada uno de estos ingresos variaba de hacienda en hacienda. Los vaqueros y pastores acasillados no tenían derecho al uso de tierras y sólo recibían alimentos, raciones y el derecho de pastoreo.
Frecuentemente el peón no recibía ración, pero con un salario podía comprar maíz de la hacienda a precio inferior al del mercado.
La primera obligación de los peones era labrar las tierras del hacendado o cuidar el ganado cuando fuera necesario, pero a veces tenían que hacer trabajos domésticos y ocasionalmente se les requería para pelear por la hacienda.
A diferencia de los otros peones residentes, llamados peones acasillados, los acomodados recibían con regularidad raciones, además de una parcela. , Los 265 peones acasillados no recibían ración. En algunos casos se obligaba a todos los peones permanentes a trabajar algún tiempo sin paga.
Los llamados indios vagos. No eran residentes permanentes de aldeas indígenas libres, sino trabajadores migratorios que trabajaban parte del año en una hacienda y luego en otra, o en las minas, o encontraban algún trabajo en la ciudad.
Un tercer grupo de trabajadores vivía permanentemente en la hacienda y obtenía la parte más considerable de su ingreso de las tierras que la hacienda ponía a su disposición. Sus terrenos eran mayores que los de los peones residentes y tenían que pagar a la hacienda, en efectivo o en productos; por el uso de la tierra. Además estaban obligados a trabajar para la hacienda una parte del año. Había también medieros y arrendatarios que no estaban obligados a dar servicios a la hacienda, pero que pagaban al dueño una suma fija de dinero o una parte de la cosecha.
Los arrendatarios podían alquilar desde una pequeña parcela hasta una gran extensión o un rancho entero, había quienes tenían tierras propias además de las que alquilaban. Algunos arrendatarios y aparceros cultivaban por si mismos sus tierras, mientras que otros contrataban trabajadores.
El incremento del mercado permitió que los arrendatarios pagaran sus rentas en efectivo, en tanto que con el aumento de la mano de obra las haciendas tuvieron cada vez menos necesidad de tener medieros que podían utilizar como trabajadores eventuales en tiempo de cosecha.
En Yucatán prevalecía un innegable sistema de coerción: La mayoría de los trabajadores en las haciendas eran peones residentes permanentes llamados luceros; a cambio de un poco de tierra y, sobre todo, de agua de las fuentes de la hacienda, estaban obligados a trabajar sin compensación todos lo lunes, y generalmente estaban atados a la hacienda por deudas.
Los peones acasillados del centro de México no eran, como tan frecuentemente se dice, los más explotados y oprimidos. Gozaban, lo mismo que los vaqueros y otros trabajadores no agrícolas, de cierta seguridad y siempre podían contar con una cantidad básica de bienes y alimentos. Con frecuencia se supone que todo esto lo pagaban con la pérdida de su libertad, pero hemos demostrado que no todos los acasillados del centro de México estaban en ese caso. Brading considera que en el Bajío los acasillados formaban una elite privilegiada al lado de los trabajadores de las haciendas.
Al finalizar el siglo XVIII e inicios del XIX las condiciones laborales en México seguían dos grandes patrones: por un lado el del norte y el sur, y por otro, el del centro. Pero durante la era porfiriana el trabajo en las haciendas tomó diferentes rumbos en el sur tropical, en la mesa central y el norte del país.
Los agricultores del sur tenían varias maneras de incrementar la producción: 1) aumentando el uso de maquinaría; 2) utilizando mano de obra contratada; 3) cambiando el modo de utilizar a los trabajadores de la hacienda, y 4) aumentando el número de trabajadores procedentes de las aldeas comunales.
Las condiciones de vida y de trabajo de los peones acasillados del sur de México se asemejaban cada día más a las condiciones de los trabajadores contratados.
En los últimos años del Porfiriato la situación de los acasillados empeoró progresivamente. Al desplomarse el precio del henequén y aumentar las exigencias de la International Harvester Corporation a los henequeros yucatecos, los salarios adelantados a los trabajadores disminuyeron constantemente.
En este ensayo se discuten las variaciones regionales en estos aspectos de las condiciones de trabajo. Se pretende determinar cuán difundido e importante era el peonaje por endeudamiento en el México porfiriano, analizar las circunstancias en que se empleaba este peonaje e indagar qué otra alternativa de trabajo podía emplearse.
La expropiación en gran escala de tierras indígenas creó una nueva reserva de mano de obra. Las nuevas plantaciones, las minas, y en menor grado las industrias, tenían necesidad de trabajadores. Pero la oferta y la demanda no se concentraban en las mismas áreas. Las expropiaciones más grandes tuvieron lugar en la región más densamente poblada del centro de México; las plantaciones se desarrollaron principalmente en las tierras tropicales del sur, poco pobladas, mientras que la minería se concentró en los igualmente pocos poblados estados norteños.
En términos generales había cuatro clases de trabajadores en las haciendas mexicanas: 1) peones de residencia permanente conocidos por diversos nombres: peones acasillados, gañanes; la mayoría eran trabajadores agrícolas, pero había también vaqueros, pastores o artesanos; 2) trabajadores eventuales que labraban las tierras de la hacienda por tiempo limitado durante el año; 3) arrendatarios, y 4) medieros o aparceros.
Los peones acasillados o gañanes vivían permanentemente en la hacienda. Su ingreso provenía de manera principal de cuatro fuentes distintas. Había la pequeña parcela (pejugal) que les cedía el hacendado; una ración de maíz y a veces otros bienes que les daban anualmente de las haciendas; el derecho de apacentar animales en tierras de la hacienda, y el salario que se les pagaba por cada día de trabajo en los campos del hacendado. La importancia relativa de cada uno de estos ingresos variaba de hacienda en hacienda. Los vaqueros y pastores acasillados no tenían derecho al uso de tierras y sólo recibían alimentos, raciones y el derecho de pastoreo.
Frecuentemente el peón no recibía ración, pero con un salario podía comprar maíz de la hacienda a precio inferior al del mercado.
La primera obligación de los peones era labrar las tierras del hacendado o cuidar el ganado cuando fuera necesario, pero a veces tenían que hacer trabajos domésticos y ocasionalmente se les requería para pelear por la hacienda.
A diferencia de los otros peones residentes, llamados peones acasillados, los acomodados recibían con regularidad raciones, además de una parcela. , Los 265 peones acasillados no recibían ración. En algunos casos se obligaba a todos los peones permanentes a trabajar algún tiempo sin paga.
Los llamados indios vagos. No eran residentes permanentes de aldeas indígenas libres, sino trabajadores migratorios que trabajaban parte del año en una hacienda y luego en otra, o en las minas, o encontraban algún trabajo en la ciudad.
Un tercer grupo de trabajadores vivía permanentemente en la hacienda y obtenía la parte más considerable de su ingreso de las tierras que la hacienda ponía a su disposición. Sus terrenos eran mayores que los de los peones residentes y tenían que pagar a la hacienda, en efectivo o en productos; por el uso de la tierra. Además estaban obligados a trabajar para la hacienda una parte del año. Había también medieros y arrendatarios que no estaban obligados a dar servicios a la hacienda, pero que pagaban al dueño una suma fija de dinero o una parte de la cosecha.
Los arrendatarios podían alquilar desde una pequeña parcela hasta una gran extensión o un rancho entero, había quienes tenían tierras propias además de las que alquilaban. Algunos arrendatarios y aparceros cultivaban por si mismos sus tierras, mientras que otros contrataban trabajadores.
El incremento del mercado permitió que los arrendatarios pagaran sus rentas en efectivo, en tanto que con el aumento de la mano de obra las haciendas tuvieron cada vez menos necesidad de tener medieros que podían utilizar como trabajadores eventuales en tiempo de cosecha.
En Yucatán prevalecía un innegable sistema de coerción: La mayoría de los trabajadores en las haciendas eran peones residentes permanentes llamados luceros; a cambio de un poco de tierra y, sobre todo, de agua de las fuentes de la hacienda, estaban obligados a trabajar sin compensación todos lo lunes, y generalmente estaban atados a la hacienda por deudas.
Los peones acasillados del centro de México no eran, como tan frecuentemente se dice, los más explotados y oprimidos. Gozaban, lo mismo que los vaqueros y otros trabajadores no agrícolas, de cierta seguridad y siempre podían contar con una cantidad básica de bienes y alimentos. Con frecuencia se supone que todo esto lo pagaban con la pérdida de su libertad, pero hemos demostrado que no todos los acasillados del centro de México estaban en ese caso. Brading considera que en el Bajío los acasillados formaban una elite privilegiada al lado de los trabajadores de las haciendas.
Al finalizar el siglo XVIII e inicios del XIX las condiciones laborales en México seguían dos grandes patrones: por un lado el del norte y el sur, y por otro, el del centro. Pero durante la era porfiriana el trabajo en las haciendas tomó diferentes rumbos en el sur tropical, en la mesa central y el norte del país.
Los agricultores del sur tenían varias maneras de incrementar la producción: 1) aumentando el uso de maquinaría; 2) utilizando mano de obra contratada; 3) cambiando el modo de utilizar a los trabajadores de la hacienda, y 4) aumentando el número de trabajadores procedentes de las aldeas comunales.
Las condiciones de vida y de trabajo de los peones acasillados del sur de México se asemejaban cada día más a las condiciones de los trabajadores contratados.
En los últimos años del Porfiriato la situación de los acasillados empeoró progresivamente. Al desplomarse el precio del henequén y aumentar las exigencias de la International Harvester Corporation a los henequeros yucatecos, los salarios adelantados a los trabajadores disminuyeron constantemente.
-¿Por qué se rebelaron en realidad los peones del Norte?-
Destabilización en el país, principalmente en el norte, y con ello la revolución.
-¿Por qué no se rebeló antes la parte sureste del país?-
Porque la gente del sur por estar aislados no estaba tan enterada de la revolución y sus antecedentes que se estaban haciendo en las zonas del norte y el centro.
-Si los transportes favorecieron a la economía, el comercio y la comunicación ¿Por qué seguían atrasados los estados del sur?
Porque las rutas de transportes principalmente la del ferrocarril no llegaban a dichas zonas
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